El píxel se erige en un “seguro de vida” para la bibliofilia más virtuosa, aquella que nos remite a los orígenes de la cultura escrita, pergaminos, manuscritos e incunables.
“La biblioteca visible ocupa muchas estanterías e impide o al menos logra que no nos mudemos con tanta frecuencia, nos ata de alguna manera a una ciudad en la que ya no queremos vivir. La biblioteca invisible la llevamos puesta, nos acompaña allá donde vayamos” Enfermos del libro. Miguel Albero.
¿Es ésta “biblioteca invisible” que señala Albero, solo el cúmulo de libros que no poseemos, que no tenemos, la de los libros que deseamos, la biblioteca que queremos tener en nuestras casas o también aquella que “exprimida”, fotografiada y digitalizada nos permite esa mudanza espiritual que todo ser humano anhela? .
Foto. Chema Madoz
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