-¿Morimos en la Red?
-¿Internet representa un nuevo Dios omnisciente y
omnipresente capaz de adelantar el ciclo biológico
de la muerte?
-¿Internet representa un nuevo Dios omnisciente y
omnipresente capaz de adelantar el ciclo biológico
de la muerte?
-¿A qué limbo acceden los "muertos digitales"?
-¿La esquela mortuoria también se ha vuelto interactiva?
-¿Qué opinan y votan los vivos de "los otros"?
Foto: Chema Madoz
Celebración de un Viernes 13.
Hace tiempo mi madre me contó una anécdota sobre un amigo de mi familia, un tipo de humor ácido y corrosivo que publicó su propia esquela en la prensa local para comprobar, cual termómetro vital, cuántos amigos acudirían a su funeral.
Durante siglos en nuestro país nadie era nadie si su esquela no se publicaba en la sección de necrológicas del diario ABC. El mismísimo Camilo José Cela cultivaba tan mortuoria afición, coleccionando estos anuncios por palabras que condensan en su descripción literaria auténticos estudios sociológicos.
Fuera de nuestras fronteras nos encontramos con la falsa muerte de Mark Twain que fue enviado a la tumba dos veces: la primera, cuando la muerte de su sobrino fue confundida con la suya. La segunda, cuando The New York Times dio por perdido un barco en el que se suponía que viajaba. Twain se rió bastante cuando leyó la noticia de su propia muerte y más al escribir la rectificación al día siguiente para ese mismo periódico. Otro que también leyó en los periódicos su necrológica fue Hemingway en el 54, se dice que con una copa de champagne. La verdad es que sobrevivió por los pelos de un accidente de aviación.
Hoy en día, la muerte también se ha tornado digital. En Twitter los muertos vuelan: ves las palabras "RIP" en los temas más populares y parece como si te obligaran a tuitear sobre el cadáver, en su último hálito o no, elevándolo en la lista de los trending topics.
Hay que reconocerle a Twitter una gran eficacia en el arte del asesinato veloz. Veámos algunos de estos “cadáveres exquisitos”:
Desde el mismo Jackie Chan, fulminado por un ataque al corazón pasando por George Clooney quien pronunció esta frase:"las noticias sobre mi muerte han sido exageradas" como hizo en 2009 o Steve Jobs después de que Bloomberg publicara en 2008 su necrológica por error .O el caso del rumor de la muerte de Paul McCartney, desmentido en portada de Life.
La Red es -eso sí- una facilita la expansión de los rumores provocados por la gente como de los errores mediáticos que acaban convertidos en bulos. En 2003 de un plumazo se mató virtualmente a Castro, Mandela, Reagan, el Papa y la Reina de Inglaterra por un error informático que dejó al aire las necrológicas que tenían a medio preparar. Bill Gates y Johny Deep tienen cierta tendencia a morirse por mail desde hace tiempo. Michael Jackson también, hasta que dejó de hacerlo.
Harrison Ford murió hace poco cuando su embarcación fue alcanzada por un rayo en medio de una tormenta o el caso de la bella Natalie Portman que según Internet falleció supuestamente al despeñarse por un acantilado en Nueva Zelanda, donde también desapareció el actor Jeff Goldblum.
Russell Crowe según hace un tiempo en la wikipedia había muerto a causa de un accidente durante un rodaje en Austria. Aunque la página web editó los datos al poco tiempo no tardó en tener repercusión por todo internet. Russel Crowe está vivo.
Otro clásico mortuorio es Fidel Castro, que no es la primera, ni será la última, víctima mortal de los bulos que corren en la red, con fotomontaje incluido y que sirvió para expandir además un destructivo virus informático, de todos “los muertos digitales” Fidel Castro se lleva la palma.
El caso de George Clooney desmintiendo su propia muerte no es único.
Algo parecido tuvo que hacer Bill Cosby. El mítico actor tuvo que aparecer en televisión para
confirmar que seguía vivito y coleando e incluso decidió crearse una cuenta de twitter (@BillCosby)
para salir al paso de los rumores que, aseguraba, por enésima vez, que había muerto.
"Bill Cosby died" fue como no, el primer trending topic mundial del momento.
Ejemplos como estos de muestran que, a veces, el rumor, y el morbo, que se expande por la Red carecen de una ética periodística y profesional de la que siempre han hecho gala los medios de comunicación, y especialmente la prensa escrita, a la hora de contextualizar y confirmar sus datos. Es necesario reivindicar toda una ética periodística, un código deontológico de la profesión ante la incesante avalancha de datos que supone Internet, para no caer en el uso y abuso de un periodismo light caracterizado por un “chorreo de datos” poco fiables. Es necesario exigir una hoja de ruta a los nuevos medios de información digitales, para que la credibilidad se erija en el bastión que la aleje del periodismo sensacionalista y amarillista.